El lunes empezó la campaña en el Pelle. Estuve desde las 6 am hasta las 10 pm en el colegio, militando, solo me fui para ir a gimnasia y volví; sin haberme bañado, sin haber pasado por mi casa para nada, sucia, llena de pintura y con la ropa toda manchada. Verme era como acordarse de una de esas películas en las que la protagonista no sabe que más hacer con su vida y está toda demacrada. Por suerte no es mi caso igual, por suerte hasta ahora sé que hacer con mi vida.
La cosa es que desde entonces no paro de militar, de pasar por divisiones a hablar, de hablar con pibes sobre mi lista, de pintar carteles (y cuántos), de pelarme con mil y un personas mínimamente por día. Ah, sí! Casi me olvido la parte de que prácticamente no duermo y no tengo lo que cualquiera llamaría vida social, porque sí, es verdad, no estoy nada en mi casa y es raro que tenga charlas con la gente que no sean sobre política. Lo lindo de este caso es que puedo decir que gracias a todas estas cosas lamentables, estoy pasando por la mejor etapa que un adolescente puede tener; jodo con los pibes del frente, nos divertimos mientras hacemos cualquiera de las cosas que dije antes, pelotudeamos, charlamos sobre nuestras vidas y la pasamos bárbaro.
Sin duda alguna, la militancia es la mejor cosa que le puede pasar a un pibe